Ambos tendidos de costado, en un lugar cómodo y flexible, como la cama.
Ella de espaldas a él, los cuerpos amoldados...
En un alarde de destreza, la mujer pasa su pierna externa flexionada abriendo la puerta al placer: el hombre la penetra haciendo palanca con la pierna de ella, que se apoya en la cadera de él.
Los secretos que el hombre puede propiciarle a su compañera por la cercanía de su oreja son el condimento perfecto para alcanzar el máximo de placer.
La penetración llega hasta la mitad del camino, por lo que el goce viene de la mano del deseo de que se haga profunda y estalle en el orgasmo más excitante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario